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Síndrome de la Impostora: ¿qué es y cómo trabajarlo?

08/05/2023 · Gestión emocional y conductual

¿Qué implica considerarse una impostora?

En relación a los conceptos de confianza en uno/a mismo/a y de autoeficacia (dos términos muy vinculados a la autorrealización, clave para alimentar la autoestima), hoy queremos hablaros desde nuestra consulta de psicología en Vigo del Síndrome de la Impostora. El Síndrome del Impostor/a lo sufren personas que tienen cierto éxito, un buen trabajo, una posición buena en su empresa. Estas personas creen que eso se debe a que han tenido suerte, que en realidad no se lo merecen y piensan que están ocupando el sitio de otra persona con más méritos. Esa creencia les lleva, por término medio, a gestionar de forma inadecuada sus carreras profesionales, porque suelen tratar de hacer el menor ruido posible, para que nadie se dé cuenta de que están ahí, porque en realidad son unos impostores.

Las mujeres afectadas por el Síndrome de la Impostora, sienten que todo lo que han conseguido no lo merecen, sino que lo han obtenido gracias a la suerte, de forma que experimentan la sensación de que están arrebatándole el éxito a alguien más, sintiendo que no son más que unas impostoras. Este síndrome no afecta de manera exclusiva a las mujeres, sin embargo, es mucho más frecuente en ellas. 

El origen del Síndrome de la Impostora radica en una baja autoestima, la base sobre la cual reposa la confianza en sí misma. Por ello, si la autoestima es baja, la mujer es proclive a creerse no merecedora de tener éxito, haciendo que le resulte difícil aceptarlo en caso de que lo consiga. 

Existen ocho tipos de este síndrome:

La perfeccionista

Este tipo es el más frecuente y se caracteriza porque la mujer que lo padece tiene altos niveles de autoexigencia que le producen una gran frustración. Es propensa a exigirse a sí misma metas imposibles de alcanzar, es incapaz de aceptar todo lo que no sea perfecto según sus estándares, ya que el mínimo fallo la lleva a una sensación de fracaso. Esto acaba causando un desgaste mental y físico.

La experta

Se caracteriza por dudar enormemente de sus capacidades en todo momento. Antes de empezar algo, tiene que tener una visión de conjunto completa y dominar cualquier tema. Tiende a infravalorarse y, pese a poder estar muy preparada, nunca siente que sabe lo suficiente, necesita saber todo de todo.

La superwoman

En este tipo, la mujer tiende a esforzarse mucho más de lo normal. Mide su capacidad según el número de funciones que consigue asumir de forma excelente. Esto puede verse reflejado en que suele adoptar cargos que no deberían corresponderle. Así, siente que si no es capaz de hacer sola el trabajo de varias personas, está demostrando que no está cualificada. Al llevar este gran esfuerzo es proclive a padecer mucho estrés.

La independiente

Es similar a la superwoman, pero se diferencia en que su esfuerzo no radica en que siente que debe esforzarse más de lo normal, sino en que tiene miedo de pedir ayuda, puesto que siente que si lo hace estará denotando un síntoma de debilidad. Debido a esto, es proclive a la soledad y a alejar a las personas importantes de su vida.

La genia

Siempre debe ser la mejor y primera en todo. No tolera el fracaso ni las segundas oportunidades. Si falla, es la que se castiga más duramente y experimenta la mayor frustración.

La superdotada

Entiende que  debe hacer todo a la primera sola. Lo importante es alcanzar el éxito pero también el “cómo” y “cuándo” se consigue. Para ella, no ser capaz de triunfar a la primera equivale a un fracaso.

La entregada

Se trata de la mujer que decide permanecer en segundo plano, que es devota, llegando a un punto incluso de sacrificio y victimización.

La falsa confiada

Se trata de aquella que hace alarde de todos sus éxitos tapando y protegiendo un concepto de sí misma frágil y que no soporta la crítica.

Para cada una de estas tipologías de impostora, es necesario volver a evaluar esas convicciones sesgadas y trabajar en ellas para poder desarrollar una imagen de sí misma menos severa. Asimismo, fomentar la compasión es necesario ya que permite silenciar la autocrítica ante los errores y el miedo al fracaso que mantienen el Síndrome de Impostora.

¿Te has sentido identificado/a?

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