Vivimos en una sociedad en la que se nos inculca que seguir una dieta es lo adecuado, hacer restricciones, privarse de “caprichos” es lo esperable… Una sociedad en la que la culpa se instaura como la sombra a nuestros placeres, sobre todo, en el género femenino. Una sociedad en la que ya desde muy pequeños/as aprendemos lo que son alimentos buenos y alimentos malos, alimentos con los que nos premian frente a otros con los que nos castigan.
Pero... ¿Cómo distinguimos una dieta pasajera de un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA)? Puede resultar difícil, ya que vivimos en una sociedad sometida al culto al cuerpo y en la que se normalizan conductas y obsesiones totalmente enfermizas. Por ello, hoy queremos hablaros de los principales signos de alarma ante un posible TCA.
Los siguientes argumentos nos permitirán estar en alerta ante un posible inicio de TCA en un/a familiar o amigo/a:
- La persona niega estar siguiendo dieta alguna.
- Cambia los hábitos alimentarios. Por ejemplo, deja de comer carne para hacerse "vegetariano/a".
- Niega el hecho de tener hambre de forma frecuente o tener algún antojo.
- Está preocupado/a continuamente por la comida.
- Siente culpa por haber comido.
- Aumenta su interés (obsesivo) por las comidas, por ejemplo, por nuevas recetas o por cocinarle a los demás.
- Hace hincapié en que no necesita comer tanto como los/as demás y, además, come únicamente porciones muy pequeñas.
- Adquiere un comportamiento alimentario diferente, por ejemplo, come de manera muy lenta y en trozos muy pequeños.
- Evita comer con la familia y otras personas, poniendo excusas como que ya ha comido en otro sitio.
- Determinadas conductas se vuelven más compulsivas y ritualizadas (como limpiar, ordenar, lavar, organizar, estudiar, etc.).
- Comienza a aislarse de los/as demás y se muestra bajo/a de ánimo.
- Durante y después de las comidas, desaparece de forma frecuente al baño, aumentando el tiempo allí cada vez que va. Puede apreciarse olor a vómito o un excesivo uso de ambientadores por toda la casa.
- Se encuentra comida escondida o restos de envoltorios en su habitación.
- Consume laxantes y diuréticos.
- Procura ocultar un cambio de peso significativo, posiblemente disimulándolo con ropas muy holgadas.
- Siente miedo y rechazo excesivo a tener sobrepeso.
- Presenta amenorrea (falta de menstruación) y otros síntomas físicos de desnutrición como frío en las extremidades, estreñimiento, sequedad en la piel, palidez, mareos, pérdida de cabello, etc.
- Comienza a hacer ejercicio o a intensificar los hábitos que ya tenía, de forma que sigue una rutina estricta, rígida y muy dura.
- Se evidencia una alteración del rendimiento académico o laboral, ya sea por una disminución o por una autoexigencia obsesiva.
- Experimenta ansiedad, irritabilidad y agresividad. Cambios en el carácter.
- Presenta comportamientos de manipulación y aparición de mentiras, como mecanismos de defensa.
Las señales o signos de alarma son aquellos comportamientos que pueden estar relacionados con la posible existencia de un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Pero éstos no serían considerados criterios diagnósticos por lo que no confirmarían la enfermedad, ya que para diagnosticarla es imprescindible que la persona que parece estar sufriéndolo sea evaluada por un profesional de la salud mental.
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Nos hemos valido del libro "Treasure, J., Smith, G. & Crane, A. (1987). Los trastornos de la alimentación. Guía práctica para cuidar de un ser querido (2.a ed.). Desclée de Brouwer" para la elaboración de este artículo.
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